Paula era una niña inquieta, de mirada afilada y rápida respuesta sobre todo cuando se trataba de defender causas perdidas. Observadora y atenta, era muy inteligente, pero le gustaba muy poco estudiar y tenía sus recursos para ir aprobando los exámenes.

Ella sabía que los contenidos no los dominaba así que se empeñaba en que el continente, es decir, la presentación del examen fuera única y diferente. Lo poco que podía poner, lo hacía con su mejor letra, procurando mantener siempre la línea recta de las hojas en blanco, subrayados, destacados, todo con la idea que su examen llamara la atención, y para solucionar una de las grandes quejas que todos sus profesores les expresaban, a ella y a sus compañeros: “Me cuesta una barbaridad entender la letra de vuestros exámenes y me lleva una eternidad corregir todos”.

Paula se lo iba a poner fácil, poco contenido y muy bien presentado.

Lo que más le gustaba a Paula escuchar era: “Paula, te he aprobado solo por la presentación. Da gusto leer tus exámenes…aunque sepas poco”.

Ahora no hay trabajo de diseño gráfico que realicemos que no revise Paula, antes de enviarlo al cliente, para asegurarse que produzca las mismas sensaciones que las que sentían los profesores de su infancia.

Revistas, folletos, catálogos de productos, diseño web, anuncios, presentaciones, eventos, videos, todo termina pasando por ella que observa si todos los elementos trabajan para reforzar el mensaje principal y para crear la imagen que queremos dibujar en la mente de nuestros clientes.